Dicen los cristianos que Dios al séptimo día descansó, los jóvenes lo utilizan para dormir después de una noche de sábado intensa y con resaca, los obreros se relajan después de una semana de duro trabajo... Pero había dos chavales en Sevilla que quisieron vivir una mañana de domingo diferente....
Chema y Candy son dos personas de costumbres "algo raritas" pensarán muchos. Un domingo se levantan a las 8 de la mañana para correr una carrera "popular", bajo un manto de nubes grisáceas y una temperatura desagradable.Tras desperezarse y comer algo ya estábamos listos para nuestro particular reto. Antes de tomar la salida realizamos los pertinente estiramientos, esos que siempre piensas que no sirven de mucho pero como era nuestra "primera vez" no queríamos "liarla parda" como la del vídeo. Una vez en ya en la salida el calor de la multitud consoló un poco nuestra hipotermia mientras nos preguntábamos si faltaba mucho para echar a andar.
Km 1-3. Al fin dieron la salida, un señor con un micrófono animaba a los corredores de una manera un tanto forzada mientras Chema y yo nos poníamos al fin en marcha. Mis primeros minutos transcurrieron con calma, las sensaciones eran buenas, no había cansancio ni fatiga y mis pulmones estaban cargados de oxígeno. Cuando aún parecía que no habíamos hecho más que comenzar llegamos al cartel de Km 1 ¿Ya? Comentamos ambos mientras proseguíamos nuestra marcha. Poco a poco fuimos adelantando corredores. Chema tomó la iniciativa y yo me dediqué a seguirle. Su ritmo era exigente pero el necesario para la situación. ¿Podríamos continuar ambos así hasta el final?
Km 3-6. La respuesta a la pregunta no tardó en llegar. Transcurríamos por la avenida de Ramon y Cajal (Justo al lado de mi casa) cuando noté que me faltaba algo... Miré a mi derecha e izquierda intentando divisar aquella rojiza cabellera pero de repente ya no estaba. ¿Qué le habrá pasado a chema? No dejaba de preguntarme eso mientras continuaba constante con mi ritmo. Las dudas comenzaban a asaltarme ¿Le habrá ocurrido algo? Traté de convencerme de que estaría bien y me centré en mi camino. Debía llegar a la meta solo. Ahora tan sólo estaba yo, y la carretera pero el ritmo exigente de Chema había hecho estragos. Las piernas comenzaban a notar la fatiga y la respiración costaba cada vez más. Aún así traté de seguir a buen ritmo y pensar lo menos posible en el cansancio. "Sólo mira hacia adelante", me conciencié...
Km 6-9'200m. Dicen que el 50% de un buen deportista está en la mente y creo que hasta ayer no sentí realmente lo que era aquello. El paso de los kilómetro se hacía cada vez más y más lento. Parecía que para andar lo mismo que antes necesitaba el triple de esfuerzo y mis pulmones comenzaban a ahogarse sin flotador ni nada por estilo para salvarlos. La soledad del corredor comenzaba a hacerse patente, por primera vez en la carrera eran otros los que me adelantaban a mí... ¿Habría llegado al límite? Confieso que pensé en algún momento detenerme para omar aire pero no lo hice. En cambio, aminoré algo el ritmo para poder tomar oxígeno en cantidades industriales... Parecía que la estrategia funcionaba, volvía a respirar con algo más de normalidad y el cartel de 8Km me hizo pensar que tan sólo faltaba 1... En esas estaba cuando llegó la cuesta arriba. Teníamos que pasar sobre el puente de las vías del tren ¿Quien diablos necesita trenes? pensé en aquel dichoso momento. Con 8 kilómetros y medio a mis espaldas las piernas me parecían plomo ¡Ay como duele! Cuando llegué a lo alto del puente pensando que haría el resto del camino casi andando sentí lo que todo iría cuesta abajo, y no sólo literalmente. Divisé al fondo las pistas de atletismo de San Pablo y como por arte de magia mi mente comenzó a tener pensamientos positivos: Ya estoy ahí, tengo que acabar lo mejor posible, lo voy a conseguir...
Como cuando formateas un ordenador y de repente todo funciona a la perfección y de manera fluida volví a tener fuerza en las piernas. Mi mente sólo veía aquella meta y la respiración poco importaba ya. El cartel de 9KM casí pasó inadvertido para mí y de nuevo volvía a ser yo el que adelantaba corredores. La entrada en las pistas fue un "subidón". Unos pocos aficionados nos aplaudían con entusiasmo mientras me decepcioné al comprobar que había de darle una vuelta completa a toda la pista para llegar a la tan ansiada meta. Poco importó, las piernas ya iban solas como cuando vas a 100km/h con el coche y lo pusieras en punto muerto. Para mi sorpresa el resto de corredores no esprintaban ¿Tan mal iban? ¿No podían, no querían? Que más daba yo estaba dispuesto a llegar allí lo antes posible y si podía hacerlo antes que el máximo de gente posible MEJOR. Por fin.... LA GLORIA. Lo había conseguido, y seguramente tan sólo quedaría entre los mil primeros de aquella multitud pero lo había conseguido pero desde hacía tiempo no me sentía tan realizado...
Creo que ayer aprendí una lección y es que no hay nada como lograr un reto impuesto por tí mismo, y cuanto más te cueste mayor es la recompensa final. Seguramente todos los sabemos, nada nuevo bajo el Sol, pero cuando lo sientes en carne propia es cuando realmente toda explicación cobra sentido. ¡Por cierto! Chema llegó poco después y tal como pensé: ¡Estaba en la cola de las coca-colas! Gran compañero el mío ayer, aunque sólo fuera durante 3 kilómetros, compartimos algo que durará algo más.... ¡Las agujetas de hoy!